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1492: DESCUBRIMIENTO DE AMERICA A LO PAISA, VOS.
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A Portugal llegó todo aporriao víctima de un combate naval, el, al parecer, genovés Cristóbal Colón (catorce lugares lo disputan como su hijo y tiene dos tumbas y sus respectivos dos cuerpos); pero después de conseguir un plantecito se casó nada menos que con la hija del gobernador, que estaba lo más de pispa y platuda. Estudió algo de geografía, astronomía, cartografía y matemáticas y su sueño era llegar a Oriente, pero entrando por occidente. Es decir, de travesía.
Tenía nociones de la redondez de la tierra**, pero no muy exactas, pues la imaginaba como un moderno busto de mujer, con su silicona y todo, pero como mirando derechito p’al cielo. Además, porque de ese lado llegaban maderas lo más de raras flotando, lo que le decía que había otras tierras más pa allá.
En Portugal presentó su proyecto al Rey***, quien no le paró ni cinco de bolas. Herido en su orgullo fue a España y pasó por Huelva donde, en un convento al cuidado de monjes dejó a su hijito Diego.
Llevó el proyecto a los Reyes Católicos de España y estos lo pasaron a una Junta de Salamanca, que vio eso como una pendejada; pero, con la palanca de Fray Juan Pérez, antiguo confesor de la Reina y Superior del Convento donde dejó al hijito, al ratico ya era Virrey y Almirante dispuesto a navegar.
El 3 de agosto de 1492, salió de Puerto de Palos, con 3 carabelas: La Pinta, la Niña (que casi no la dejan ir, por jovencita) y la Santa María que gobernaba él mismo. Con 90 hombres en total, recogidos por los hermanos Pinzón organizaron el viaje; pero lo malo era que estos marineros eran malongos para eso de navegar y no le comían mucho cuento. Colón sabía que, escogiendo la ruta de los Alisios, tendrían vientos constantes que lo llevarían a la India.
Al tercer día de navegar, La Pinta no quedó tan pinta, porque se le dañó el timón y esa varaíta les demoró casi un mes. porque ni Mincho ni Rosalino estaban por ahí.
Para controlar a la tripulación empezó a hacer doble facturación: una donde decía lo poquito que habían avanzado, para mostrarla a la tripulación y otra (la real), para él solito.
Pero el 24 de septiembre la gente ya sí se le emberracó, y hasta los capitanes de los otros barcos estaban de acuerdo, porque nadie llevó Mareol y los víveres les alcanzaba exactamente, pero para devolverse, ya que no sabían cuándo, ni a dónde llegarían.
Colón les dijo que tranquilos, que “miren cómo ya vemos más aves, que de alguna manera tendrán qué descansar, aunque sea en troncos, que de alguna parte deben venir flotando”. Con esto ya se calmaron, pero un poquito, porque al ratico seguían las discusiones: que “devolvámonos”, que “este tipo nos trajo fue a morirnos por aquí”; que “era mejor en España, aunque fuera al lado de la fiera de mi mujer”; que “siempre me ha tocado dormir a los pies aposta del compañero más pecuecozo”. En esas estaban cuando pasó una bandada de pájaros y la siguieron a ver, pero al cabo de tres días, nada que aparecía la tan ansiada India. Otra vez se le emberracaron, pero él más terco que una mula (pero no del narcotráfico), los convenció, diciéndoles que con la Reina había firmado un contrato de que el 10% de cuanto conquistara, sería para él; pero que, ya que eran tan vacanos, con mucho gusto y por las buenas, lo partiría con ellos. Pero, con ser así y eso que de sobremesa vieron pasar unas maderas labradas, pensaron: “Ese Colón es más mentiroso que un brasier de realce” entonces le dijeron: “Si en tres días no encontramos tierra, pues nos volvemos pa’ España… y Oléeee”.
En la noche del 11 de octubre, Colón estuvo mirando el horizonte y le pareció ver una lucecita, como de una fogata, pero no paró bolas. Al amanecer del 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, desde La Pinta gritó “¡Tierra a la vista!” Por ese mero primer gritico, España le daría mucha plata, pero el pobre “Rodri” se quedó con la mera garganta pelada y sin un rial.
Eso se abrazaron todos felices, se bañaron con agua sin sal, porque ya estaban oliendo a carcajada de caimán y a bostezo de marrano; y se piquiaron (¡gas, carajo!). Pero no era sino una islita (Guanahaní) a la que le puso el nombre de San Salvador (hoy Watling, en las Bahamas).
Y no hacían sino encontrar islitas, hasta que vieron otra más grande, la que Colón creyó que era el Continente Asiático y envió a un mensajero que para entregarle las credenciales del Rey. Como en la Carta a García, corrió el pobre soldado y no encontró al tal señor llamado el Gran Khan (príncipe persa). Claro que tampoco se topó con un hombre barbao llamado Fidel, ni con el ingeniero del Ferrocarril de Antioquia Francisco Javier Cisneros, ni con la Sonora Matancera, ni con Celia Cruz, porque no habían nacido todavía, sino a unos hombres morenitos que lo miraban más asustaos que mico recién cogido, casi en bola y fumándose unas ramas lo más de raras: tabaco. ¡Claro!: era la isla de Cuba. Después realizó tres viajes más y estuvo por Jamaica, por Puerto Rico y por Venezuela, ya en territorio continental, porque, obviamente, no encontraba sino costas y más costas.
O sea que la misión, para los españoles había sido un fracaso: No habían llegado por el occidente a tierras de la India, sino a otra parte y no habían encontrado las riquezas para la Corona Española. Por eso cuando murió en Valladolid, ignorando la existencia de América, a la que llamaba Indias Occidentales, Colón era un hombre derrotado, cansado y pobre.
Ñapa. Esta me la aprendí, cuando era niño, poco después del descubrimiento de América:
“Con su hijo, un anciano peregrino/ corría por el campo diligente;
medio inclinada su anchurosa frente/ tostada por el sol y el torbellino.
Triste, abatido por el cruel destino/ oía la canalla que insolente:
“el loco” le llamaba, indiferente/ sirviéndole de burla en su camino.
¡Oh, ignorancia, oh, maldad! / -dijo el anciano-
Quizás bien luego me alzaréis altares/ cuando encuentres en mitad del océano/
esa tierra que hoy causa mis pesares!
Era Colón, que en su saber profundo/, buscaba un Rey, a quién dejarle un mundo.”
Glosario:
-Aporria’o: Golpeado, aporreado, magullado.
-Plantecito: Una pequeña base o capital para iniciar un negocio.
-Pispa: Una fea, pero bien arreglada.
-Ni cinco: Cero peso, peladez absoluta.
-Pendejada: Bobada, nada.
-La palanca: Una persona que es apoyo para vender algún proyecto.
-Malongos: Muy regulares tirando para pésimos.
-Alisios: Vientos en el mar. Más científicamente: vientos que forman parte de la circulación de Hadley que transporta el calor desde las zonas ecuatoriales hasta las subtropicales reemplazando el aire.
– Pinta. Muy bonita.
-Mareol: Medicamento muy efectivo para los mareos causados por el movimiento de los vehículos.
-Rial: Real, moneda.
-Piquiaron: Se dieron piquitos o besitos de la felicidad
-Barbao: Con abundante pelo en la cara.
-Asustaos: Asustados, sin todavía llegar a estar aterrorizados
-En bola: En pelota, desnudos.
* Felipa Moniz de Perestrello.
** a través de Paolo del Pozzo Toscanelli.
*** Juan II.
(Blasco Ibáñez Vicente- En Busca del Gran Khan).
Medellín, 11 de septiembre de 2006.


José Carlos
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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.