
Paseo por una novena navideña
Hacía ya días se habían comenzado a llenar la plaza, calles, balcones y frentes de las casas, del ambiente de navidad: Luces centelleantes, (compradas más baratas que el año anterior), lanzaban ya sus colores acariciando las retinas y en las casas aparecieron moños, árboles de navidad y sus instalaciones, con cantos continuos y repetidos de pajaritos enloquecedores, muñequitos de nieve y Papá Noel, del cual decían, que la fruta que más le gustaba era el borojó-jo-jó-jó!
La música de parranda comenzaba a ser molida en todas las cantinas. Recordando hoy, se pusieron de moda canciones como Carrataplán, ¿Te Casaste Toño? El Morro, A que te cojo el Corrosco y El Polvorete, (¿Quién tuviera la dicha que tiene el gallo…?) el cual queda muy ordinario, si es cantado por un coro de monjas.
Pesebrito y novena
En nuestra calle hay una casa y en su largo corredor una mesa ancha con musgo y cajitas desarmadas de cartón simulando arrugas de la tierra; allí están los tradicionales pastores con sus ovejas, caminitos que se pierden entre los pliegues de las montañas, marranitos más grandes que un caballo, un pedazo de espejo simulando un lago con algunos patos parados en él y fuera de la mesa, María, José, Melchor, Gaspar, Baltasar y unos pastores todos intensos, esperando su turno de entrar en escena.
Una choza hecha sin el permiso de la oficina de Planeación, pero antisísmica, dará cobijo al Rey Niño; tal es el escenario donde se desarrolla el acontecimiento más grande de la humanidad: el nacimiento de Jesús en una casa de pueblo.
En la pieza ya se escuchan desde un tocadiscos Silvania Tres en Uno los primeros villancicos, con su tutaina, tuturumaina, Ven, Ven, Ven, Antón tiru-riru-riru, Antón Tiru-riru- rá ..
¡Es el primer día de la novena y hay un ambiente solidario y feliz!
Ya las vecinas por los solares se han estado pasando platos llenos de natilla y buñuelos como muestra de buena voluntad; en la noche los niños van llegando al corredor donde sólo hay nueve taburetes y tres burritos o banquitos de madera y se acurrucan alrededor del hoy por hoy, antiecológico pesebre de musgo.
Las tapas machacadas de gaseosas unidas por un alambrito hacen un sonido particularmente hermoso e inimitable; las panderetas, maracas, pitos y dulzainas empiezan a ser ensayadas por los niños para ser tocadas cuando llegue la parte de los Gozos donde comienza la algarabía:
Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.
Un señor, algo borracho por unos cuantos tragos es el encargado de empezar la novena de aguinaldo, que es un librito barato editado por Cacharrería La Campana.
En medio del fervor, los niños se miran con malicia al oír decir que san José es el Padre putativo de Jesús y el lector nota que la novena es lo más de confianzudita, pues en toda parte a Dios, lo tutean o lo tratan de “Tú”.
Pensando en ello estaba, cuando en la novena llegó a la parte que dice “ábranse los cielos y llueva de lo alto”, y la leyó como “abracen los huevos y llueva de lo alto…”; pero, lo que causó más hilaridad fue cuando leyó muy tranquilo: “…ya la oreja bizca, ya el cordero manco”. Todos, casi hasta la mula y el buey, soltaron la carcajada, por tamaña metida de patas.
Los niños están ansiosos: eso se tiran cauchitos, se jalan las orejas y se dan codazos; les hacen cachitos con dos dedos al compañero de enseguida, esperando a que digan el último verso: “Ven salvador nuestro, por quien suspiramos”. Unos lo esperan ansiosos, por ser el más cortico; otros, porque es señal inequívoca de la repartición de los confites, cofio, minisigüí o azúcar saborizado, o también los bombones de coco; pero, los demás niños, para salir corriendo a otra novena y así repetir la dosis de dulces que abundan en estas novenas.
Todo patas arriba e irreal:
El pesebre que vieron los niños media hora antes, ya no es el mismo, pues casi todos, mientras rezaban, metieron la mano y variaron completamente la historia sagrada:
Una oveja, inmensa como la iglesia del pesebre, aparece montada sobre un camello; el gallo está nadando en el lago, los patos están en el filo de una montaña, la estrella de los Reyes Magos, a pleno 16 de diciembre, ya está a la entrada de la choza, la Virgen María y San José ya llegaron a ella, un ovni y un avión supersónico, están suspendidos en una chamiza de un árbol seco.
La vaquita a la que le salía agua por las tetas al alzarle la cola está ahora teti seca y con el líquido regado por el musgo, lo que da un olor delicioso a vegetal recién recogido. Una muñeca tuerta y sin un brazo, espera a ser agarrada por alguna niña; los muñecos de Power Ranger, Pokémon y Bart Simpson están agarrados detrás de la choza, y al lado del vaquero sin su caballo, está la volquetica de plástico, sin las llantas delanteras, olvidada por un niño en su prisa por salir.
¿Y, yo? Pues, aquí bregando a sacarme del pantalón este chicle que uno de los niños dejó pegado en el taburete y al cual sin darme cuenta me senté!
¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!
¡Feliz Navidad para todos, son los deseos sinceros del autor!
(José Carlos Tamayo Giraldo)

José Carlos
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