Lo que sucedía un sábado en el Salón Granada en los años 70s
(Lectura: 4 minutos y medio)

ENTRE PERROS, MARRANOS Y MIRONES
Un chico de billar en los 70
(Lectura: 4 minutos y medio)
Allí, desde una mesa donde me tomaba un Vinol, comencé a oler el aroma del ripio de café que habían echado sobre un mojado de cerveza dejado por un borrachito; además, disfruté del humo del cigarrillo Pielroja y Victoria y el de tabaco comprado donde don Pedro Hoyos revuelto con los olores del orinal con pedazos de limón dizque para que no huela (sabiendo que el que huele es uno).
Chulito, el flaquito y fumador administrador, limpia el alto mostrador verde de madera, está espantando unas moscas y charla entre tos y tos con unos amigos, mientras el tinto hierve en la cafeterita manual dejando salir por un ladito, como una regadera, su delicioso aroma.
Entran: Abelardo y Fabio Giraldo Orejas, con José Zuluaga Güete dispuestos a jugarse un chico de billar.
– Como yo soy tan “marrano, me dan mitad de partido. -dice uno.
– ¿Sí? ¡No jodás! ¿Y no querés también que me amarren las manos atrás y que te haga la “rebajona”? ¡Vos lo que sos es un perro!
-Bueno, ¿es que uno no puede pues charlar tirando un aventón o qué-? -Vamos pues a cuadrar y arranquemos-.
-¡Apunte tiempo Chulito y traiga la primera tanda de cervezas!
Ahí están pues, jugando el Chico de billar tres conocidos personajes de la época en Granada, donde la diversión era el fútbol, los pocos circos o la ciudad de hierro que llegaban de tiempo en tiempo; los gitanos que hacían su mísero campamento en la piscina, por los lados de Los caravanas y las jugarretas de billar y Pool, apostando el licor que lograran tomarse mientras duraba el chico, que era muy corto, dada la categoría de buenos jugadores que se enfrentaban.
Tres cigarrillos prendidos se acaban al borde del billar esperando que les peguen una pipiada o fumada; la ceniza cae al suelo mientras crece la emoción:
¿Y es que Abelardo ya borró el primer fichero?” – pregunta José, ya colorado por la impaciencia; porque ese día, como suele sucederle hasta al mejor jugador, parece que se levantó con el pie izquierdo porque no se hace ni las que le quedan pegaditas o pachitas.
Mientras taca una carambola, el casquillo del taco vuela lejos quedando el palo sin dónde untarle tiza. – “¡Es que “Zuluaga” no es un apellido, sino una enfermedad!” – dice-, mientras sin terminar el juego, pone dicho palo en un rincón y sale del Salón Granada, rascándose la blanca cabeza y murmurando, no propiamente unas oraciones.
Como los Orejas son tan buenos jugadores que las bolas ni se chocan o tastasean, me paso a otro billar a ver a otros menos buenos jugadores, y un parroquiano Pato o mirón aconseja con disimulo a uno de ellos:
-Pilas pues, cuando usen el fichero: A ese tipo hay que ponerle mucho cuidado cuando apunte, porque hace una, canta dos y apunta tres carambolas-.
“Además, fíjese con la tiza azul, porque la coge y disimuladamente no la suelta, con el fin de que cuando usted taque o dispare con el taco sin entizar, se descache y pierda el tiro. Ojo pues.”
“¡Con razón le rinde: ¡Es que le pone efecto, pero al fichero! Por eso era que yo no avanzaba nada y él, cada rato más de pa’ arriba. – dijo el ya advertido jugador.
Entra Carlitos, el hijo del carpintero, gritando: ¡“Eeeeempanadas calientes a diez; eeeeempanadas!”. Eran las dichosas empanadas de Carmen Guasquila.
El muchachito empanadero ya ha vendido la última y se queda mirando cómo las bolas con su efecto realizan unas formidables carambolas, hasta de “retro” y mira a los jugadores con admiración. “Es que son muchos verraquitos, cómo hacen jugadas hasta “cachaquiadas.” – se dice.
De pronto, siente que de la parte de atrás de la pretina del pantalón es levantado hasta quedar empinado, el pobre angelito. Ya va a mandar unos codazos a su agresor y cuando logra mirar, ve que es el policía Sotelo que lo tiene agarrado junto con otros dos niños, para llevarlos a la cárcel, ¡porque los menores no pueden entrar a esos establecimientos!
Allá es reclamado, rato después por su papá, quien tuvo que firmar también por un sobrino, que rezaba todas las oraciones que se sabía, mientras llegaban por él.
La “batida” de esa tarde resultó con 15 menores infractores retenidos, no detenidos, dijo luego el comandante de la Policía.
Aparte, en una mesa, tomando cerveza y charlando, veo un grupo de gente; de pronto, alguien, enruanado, arrima y por sobre el hombro de uno de ellos, dispara su arma y la multitud, tumbando mesas, charoles de aluminio y envases, sale corriendo a la plaza: Acaban de matar a “Jaranana”, y mucha gente en todo el Oriente, esbozando una sonrisa, respira mucho más tranquila, al menos por hoy.
Ya como que me estoy quedando dormido y mejor me voy a un rinconcito a descansar, porque el ajetreo de este día me dejó foquiao y no me puedo ni mosquiar para nada. Chao.
Glosario:
-Ripio: Residuo del café hervido.
-Chico: Partida de billar; pero así se siente uno cuando pierde una partida.
-Rebajona: que consiste en rebajar del lado de uno, el número de carambolas que el otro hace, pero en cambio, él sí las apunta a su favor. No se refiere para nada a una enana.
– Cachaquiar: Tacar la carambola con gran elegancia, con el palo agarrado por las espaldas. Es un símbolo de sabiduría en el juego para descrestar incautos.
-Marrano: Malo para jugar. A este lo persiguen los sabedores para ganarles, haciéndose que no saben nada y el marrano cree que está en los gozosos, pero, que ni crea!
-Perro: Muy bueno; muy perro para el juego especialmente de carta, dados o billar.
– Casquillo: Pequeño tapón de cuero que se le coloca al taco, y que se le echa tiza para que no resbale sobre la bola.
-Fichero: Alambre extendido con secciones para cada jugador quien con el taco corre un aro por cada carambola acertada. Normalmente está compuesta de 50 aros cada sección.
-Tastasiar: Dar “tas- tas” o encontrarse repetidamente dos bolas, lo que desvía la trayectoria que se quería hacer.
-Pilas: Mucho cuidado. Alerta.
-Pachitas: Dos bolas del billar muy cerquita una de otra, de manera que con la bola restante sólo es tacarla y la carambola es fija. (Aunque no siempre)
-Poner efecto: Darle a la bola por el lado de manera que al tocar banda, siga en la dirección que se esperaba.
-Retro: Tiro de billar en el que el disparo se hace poniendo el taco en la parte baja de la bola, de manera que parece que sale hacia adelante, pero en realidad, con ese efecto, retrocede o se devuelve.
– Enruanado: Con la ruana puesta.
-Foquiada: Dormida por el cansancio.
Aventón: Propuesta desproporcionada para ver si la aceptan. Cañazo.
– Se levantó con el pie izquierdo: Creencia del que todo le sale mal.
-Mosquiar: Volverse mosca, estar muy atento.
-Descacharse: Resbalar el palo en la bola con la que se taca, por falta de entizar, lo que hace perder el control de esta. El sonido para el jugador es aterradoramente des animador.
-Patos: Mirones; que cuando están cargados a favor de uno de los jugadores, hacen señas para ayudarlo en el juego. Están ahí, esperando que gane su amigo, para poder seguir bebiendo gratis.
Medellín, 18 de septiembre de 2008

José Carlos
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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.