Unos a otros se hacen las preguntas que hay en el cuestionario de 250 puntos, mientras fuman Pielroja y chupan Turrón Supercoco, para espantar el sueño y el hambre. Mientras los buenos alumnos estudian y memorizan fechas, límites y héroes, los plagas fuman marihuana y se dedican a rendijiar las casas de las más pispitas del pueblo, además a reblujar la basura de las casas de los profesores…

 

Son las 4 de la mañana de un noviembre granadino.

En la semi oscuridad del amanecer se ven grupitos como de fantasmas, con cuadernos bajo el brazo, cada uno es un curso del colegio y se distribuyen por distintas partes del pueblo.

Unos bajan a la plaza, otros van al cementerio, al Carmelo, a la escuela de niños o al atrio de la Iglesia de arriba.

Y toda esa actividad, ¿por qué?

Porque estamos en exámenes finales y hay que estudiar mucho, ya que con ellos se puede ganar o perder el año y todo lo que se hizo hasta ahora… ¡pues hay unos profesores muy templaos!

Quedémonos con el grupo del atrio:

Unos a otros se hacen las preguntas que hay en el cuestionario de 250 puntos, mientras fuman Pielroja y chupan Turrón Supercoco, para espantar el sueño y el hambre.

Parece raro, pero en el amanecer también hay alumnos porras y también maquetas!

Mientras los buenos alumnos estudian y memorizan fechas, límites y héroes, los plagas fuman marihuana y se dedican a rendijiar las casas de las más pispitas del pueblo, además a reblujar la basura de las casas de los profesores, buscando el papel mimeógrafo en el cual el profe hubiera sacado los puntos del examen. ¡Y, a fe, que muchas veces dio resultado!

A las 9 de la mañana, empieza el examen:

Se comen las uñas, se suda mucho, aun en clima frio; nos separan tanto a unos de otros, que es imposible mirar el examen del más próximo.

Pero eso sí: Se sube el ruedo del uniforme; las piernas tiene más inscripciones que un pedestal egipcio; los brasieres y piernas femeninas, son los discos duros de la información, los papelitos vuelan como saeta; los escritos a lápiz en el tablero son leídos con la luz diagonal de las ventanas;  los pasteles en las manos y en las hojas dobles de los exámenes; además,  las ganas incontenibles de ir al cuartico, la dicha porque escribiéndolo nos habíamos aprendido el pastel.

Luego, la terrible espera de los resultados.

-Oíste hombre, Héctor Gómez, ¿sí estarán buenas las respuestas que di?

-¿El caballo de Troya, si se llamaba Vulcano?

En la pregunta número 25, ¿si era Nariño el primer Virrey del Perú?

-¿El Orinoco, sí es un río que pasa abajo de Granada?

-Oíste vos, Horacio Zuluaga: 

-Cervantes, ¿si escribió El Carnero?

¿Los mandamientos, eran fe, esperanza y caridad?

¿Nerón se hubiera podido ganar el premio Nobel de la Paz y lo hubiera compartido con Hitler?

Monta uno los deditos para que las respuestas hayan sido correctas; pero según el aspecto del interlocutor, se cree que al menos una, o dos, o todas le salieron malas.

Y preciso: ¡A habilitar tres materias!
Se salvó mijito porque Edu. Física solo vale media materia, que, si no, hubiera tenido que repetir el año enterito.

Glosario:
-Muy templaos: Muy estrictos.
-Porras: Excelentes estudiantes.
-Maquetas: Malos estudiantes y, además, indisciplinados.
-Mimeógrafo: Máquina usada para hacer copias al presionar tinta a través de agujeros con letras previamente escritas, en una plantilla o papel stencil.
-El pastel: Papel donde se tienen respuestas en clave, del examen; para copiarlos en un descuido del profesor.

-El cuartico: El sanitario u orinal.
-El Carnero: Obra de Juan Rodríguez Freyle.
– Habilitar:Posibilidad de realizar otro examen posteriormente.
-Edu. Física: Educación Física.

Granada, enero de 1998

José Carlos

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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.