UN BEBEDOR DE GRATIS MUY INGENIOSO
El Goterero, Pegajoso o Gorrero es un ser universal y, Granada no se podía sustraer a este personaje que ya hace parte del paisaje y el cual, para un borracho desparchado o desprogramado, es tan importante que le gasta aunque sea para encontrar con quién charlar.
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El Goterero, Pegajoso o Gorrero es un ser universal y, Granada no se podía sustraer a este personaje que ya hace parte del paisaje y el cual, para un borracho desparchao o desprogramado, es tan importante que le gasta aunque sea para encontrar con quién charlar.
Aniseto Guarín* se paseaba desde hacía horas, por los lados del Kiosco del parque, con una cerveza medio empezada, mirando a la gente y sonriendo a quienes lo observaban; que eran pocos, porque sabían que si lo hacían, de inmediato se sentaría el inoportuno personaje, más conocido como Aladino, porque, como el genio, cuando destapaban una botella, aparecía mágicamente y de inmediato.
En esas estaba, cuando al negocio llegó Tomás Plata*, un poco iniciado por el alcohol y de inmediato trabó conversación con Aniseto: ese personaje que conoce un poco de todos los temas, pero, muy especialmente de la psicología del comprador o víctima: Sabía que un tipo que lleva mucho tiempo sin visitar el pueblo, que está desprogramado o traga’o y despecha’o, es un excelente comprador.
Conocedor de que hablar de su mujer es un tema ganador, comenzó a charlar con Tomás:
–Yo no soy vago, hombre Tomás; es que mi señora es una fiera que no entiende que el trabajo está muy escaso; que no me resulta nada y por eso se mantiene cantaletiándome y me dice que parezco Don Ramón el del Chavo!
Y se puso a tratar temas de actualidad, para ver en qué se interesaba Tomás, su nuevo mejor amigo:
Habló de los problemas del país; del cambio climático, los terremotos y los fenómenos del niño y de la niña, de la corrupción y hasta de Odebrecht, para darse ínfulas de sabiduría.
-Ese Trump como que va a ser otro Maduro, pero mono y de más caché. –Dijo convencido de ser un analista internacional-
-Hombre; qué verraquera. Nicaragua como que se quiere quedar con San Andrés, dicen por ahí. Es que estamos frega’os con esos países tan tragones. Dijo con aire de suficiencia.
Jugó fútbol, cuando era joven, hace mucho tiempo pero, por pobre, según él, no llegó a ser nadie:
-Pero soy un técnico innato, que de fútbol sí que sé:
-Mire pues, que al Tigre Falcao ahora sí le empezó la buena racha. Se lo merece. ¿Sí o qué? –
-¡Yo no hubiera dejado a James Rodríguez en la banca tanto tiempo; Zinedine Zidane no sabe los goles que se perdió, por %&$?¿* con el pobre James! ¡Claro, como es colombiano, tenga pa’ que aprenda!-
-¿Sí vio Tomás, los resultados del fútbol de hoy?-
-¡Es que hay unos árbitros tan vendidos!-
-¡Claritico se vio el Penalty y sin embargo, el comentarista que se cree estrella, con su arrogancia, los defiende! ¡Esa es la piedra que me da!- Dijo con rabia, mientras se tomaba otro aguardiente, porque, para su felicidad, Tomás hacía rato había pedido otra botella.
El pobre Tomás no había podido ni opinar, pues Aniseto estaba con la habladera; pero los tragos que traía en la panza, más los tomados mientras escuchaba a Aniseto, comenzaban a hacer su efecto en el comprador Tomás:
-Póngame ese disquito que dice: “Todos tienen una madre, ninguna como la mía… que arde como lucecita haciéndome compañía.”- De seguro está en el cielo, la cuchita.
Una lágrima comenzó a rodar por su faz y se desgranó en elogios para con su madre que era la autora de lo que él era hoy: un ciudadano y comerciante próspero.-
Pero le pasó pronto la tristeza, porque comenzó a contarle chistes a Aniseto:
-Hombre, viejo Anis… Usted me conoce hace tiempo y sabe que yo soy un tipo juicioso y casi no tomo trago; lo que pasa es que cuando tengo más de cinco guaros en la cabeza soy otro… y ese otro sí bebe como un caballo asolia’o.-
Aniseto, como buen pegajoso, soltó una sonora carcajada por ese chiste tan craneado y bien contado y, comenzó a celebrarle todos los chistes dándole, además, calculados golpes en los hombros a su víctima.
Y prosiguió Tomás, creyéndose gracioso:
-Yo aguanto mucho guaro; porque me tomo una botella y me voy tranquilo… … ¡pero de ñatas contra el pavimento!-
A estas alturas, ya Aniseto no aguantaba la risa, daba puñetazos de felicidad en la mesa, se contenía el estómago y las palmadas bajaron hasta la espalda, como sacándole los gasecitos a Tomás, y hasta comenzó a llamar fuertemente, para que el mesero atendiera:
-Atienda a mi amigo. Rápido pues, o no hay propina.- Le dijo, amenazante.
Tomás reafirmó:
-¡Tráigame otra media de guaro! Recuerde viejo Ani que hay que quitarle la etiqueta a la botella para que no re envasen. Hay mucho vivo por ahí vendiendo tapetusa.-
Entró un reconocido líder del pueblo con una ponchera en la mano y, Aniseto, por fin, haciendo bulla, sacó una moneda y la entregó a Miguelito para la Sociedad San Vicente de Paúl.
-Colaboremos, que un día de estos seremos viejitos y es una plata muy bien invertida.- Dijo, haciendo notar su desprendimiento-
Tomás cambió de tema al llegarle la fase de la depresión:
-Ahí como me ve, viejo Anis, yo no he podido ser feliz nunca; mejor dicho yo soy un triple hijo de mil 0*$-?¿&/as-
-Sí, hermano. ¡Eso yo nunca lo he negado!- Le dijo Aniseto y con lágrimas fingidas, le daba golpecitos en el hombro.
-Es que mi mujer me quiere dominar.– Dijo Tomás, muy triste
-Eso he notado hace tiempo; pero tranquilo, que cuando ella lo vea borracho ni se atreverá a decirle nada. Yo lo llevo a su casa si es que le da miedo.- Dijo con valentía Aniseto, quien notó que Tomás ya estaba a punto, para pedirle platica prestada, Porque cómo llegar a la casita sin nada?
-¿Plata? Nanay cucas. Trago le doy, pero comida, no.- Respondió Tomás.
En la mesa, el trago ya escaseaba pues otros amigos de Tomás, habían llegado, además de un embolador del pueblo y dos muchachas brinconas que fueron arrimadas disimuladamente por Aniseto a la farra.
Un poco mareado, Aniseto se desmadejó sobre la mesa, y sus manos se descolgaron a lado y lado del cuerpo, como un muñeco de trapo. Pero estaba apenas medio ebrio, porque así, a media caña, un goterero es capaz de pasar toda la noche. Resiste más que un palo enterrado de puntas.
Se hizo el dormido y por debajo de la mesa, tocó fuertemente con los nudillos de la mano. Llegó el mesero a atender y Aniseto ni se movió, pero Tomás, por no hacerlo perder la venida, pidió otra tanda:
-Traéme más aguardiente.-
Fue como si una vitamina auditiva le hubiera llegado al cuerpo de Aniseto quien levantó rápidamente la cabeza, se tomó su trago y, volvió a clavar la cabeza.
Rato después, calculadamente y sin alzar su cabeza de la mesa, comenzó a meter el dedo índice en cada una de las copas y cuando sintió que el dichoso dedo se le mojó en una, la corrió disimuladamente hacia él.
¡Era que estaba llena de ese líquido vital para él!
Fue tanta su dicha, y el afán por tomárselo que se atragantó y comenzó a vomitar en el piso. Trajeron inmediatamente aserrín para tapar los escasos alimentos semi digeridos, y, fastidiados, los de la mesa, llamaron para pedir la cuenta y marcharse.
En ese momento, Aniseto se secó la boca y la nariz con la manga de la camisa y con rabia mal disimulada le dijo a Tomás:
-¿Y es que ya se va?-
-¿Me va a dejar tira’o y pelao?-
-¡O, me acaba de emborrachar o me deja como me encontró!.-
Ahí, casi chantajeado, le tocó a Tomás Plata pedir otra media de guaro para que Aniseto no quedara aburrido y hablando mal de él durante toda la vida.
Esa noche, a Aniseto lo enloqueció o enlagunó el trago y se fue tarde para su casa. Su mujer, por pegarle un susto para que dejara esa bebedera, se disfrazó de demonio y lo esperó. Cuando iba a abrir la puerta, se le abalanzó y le dijo con voz sepulcral:
-¡Grrrrrrrrr!—¡He venido a llevarte!-
El hombre miró con tranquilidad y le respondió:
-Me da lo mismo. ¡Hace veinte años que vivo con tu hermana!-
*Nombres ficticios.
Glosario:
Goterero, gorrero, pegajoso: El que toma trago gratis.
Cuchita: La mamá.
Tapetusa: Aguardiente artesanal que no paga impuesto.
Nanay cucas: Nada.
Pelado: Sin dinero.
%%#””#/#: Palabrota
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José Carlos
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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.