Imagen de referencia. IA.

BARBARITA

Y LA CASA DE ORACION – 2005

(Lectura: 3 minutos y medio)

 Es el domingo de un agosto con muchos ventarrones, a las 2:35 de la tarde. La cita es con Blanca, la hermana de Barbarita, la de la Casa de Oración de Granada.

Más allacito de la curva del cementerio, está la Casa de Oración. Cuando llego hay en la piecita del Sagrario, varios niños rezando devotamente y comentando cada oración, con Blanca.  Eso me emociona y espero a que terminen el rosario.

 Mientras tanto, hago un inventario rápido del lugar: hay fotos o estampas, entre otros, de un San Francisco de Asís recortado en un tríplex con un pajarito en la mano, cuatro advocaciones de la virgen María, el Señor de la Buena Esperanza, el Vía Crucis, la Santísima Trinidad y Cristo Crucificado, presidiendo el lugar. Además, Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo (célebre exorcista), el padre Clementico (Párroco de Granada por más de sesenta y dos años) y el padre Ricardo Mejía (Fundador de la Liga Eucarística de Granada).

Del marco de la puerta del lugar donde reposa el sagrario, y de donde salen las vocecitas de los niños, pende un Diploma de Juan Pablo II que en letras de estilo dice:

Su santidad Juan Pablo II invocando la abundancia de la gracia divina otorga de corazón la implorada bendición apostólica a Bárbara y Blanca Hernández, Casa de Oración, Parroquia de Granada. Marzo 20 de 1998

Salen las 17 niñas y 3 niños, recitando la lección: “Hoy estudiamos que al rezar, cada oración es una  flor a la santísima virgen”, y recibe cada uno un bombón, como refrigerio. Ese escenario moderno es el que dejó Barbarita Hernández; pero antes no era así:

En la vereda San Cosme-Galilea, nació Barbarita y sus hermanos. Desde muy joven quedó huérfana y dado que su hermano mayor, como era costumbre en ese entonces se había ido “pa’ arriba”, a buscar vida, le correspondió a ella tomar las riendas de la casa junto con su mamá. Allá, en el hogar cristiano de su vereda la oración se realizaba muy a menudo.

Llegó al pueblo y encontró trabajo en la Pensión Granada u Hotel de Sarita Hernández, quien pese a su similar apellido, no era familiar de Barbarita. Se alojaron en esta casita humilde de tejas y madera, que trataba de desmoronarse barranca abajo.

Extremadamente tímida, fue cierta vez a una de las famosas misas de sanación en la Ceja.  Para dar testimonio de la curación que Dios había obrado de un cáncer en su madre, subió al tablado y el padre que dirigía la oración, como designio raro, le impuso las manos no a la mamá, sino a Barbarita.

La multitud escuchaba alelada en la plaza de la Ceja del Tambo, decir al padre, que el señor “pide mucha oración a Granada, pues siente que le están dejando de lado, por culpa de la droga y los vicios”.

Barbarita, pese a su timidez a la multitud, sostenía que en Granada se rezaba, pero que le daba miedo que la gente podría cansarse y antes bien, alejarse más de Dios. El padre le replicó: “Dios la tiene para grandes cosas, la encarga para difundir la devoción al señor y pide más oración, mucha más oración”.  El padre emisario de Dios era nadie menos que Emiliano Tardif.

Barbarita, como un apóstol comprometido dio vida y expandió la oración por todo el orbe, pues la afluencia de gentes a la casa de oración, especialmente los días doce de cada mes,  modificó las costumbres de Granada y atrajo tal cantidad de creyentes,  que venir a la Casa de Oración, se volvió un programa constante que dinamizaba no sólo la religión, sino también la economía de un pueblo que ya comenzaba a sentirse sumido  en el conflicto, al que la casa de oración no fue ajena, pues poco a poco dejaron de llegar las caravanas de fieles, temerosos de que algo les pasara en una zona que era el ojo del huracán en el Oriente Antioqueño.

Eso hace ya 25 años* y desde entonces se mantiene abierta la casa para la oración diaria;  pero ha tenido  muchas modificaciones y mejoras, pues desde  hace diez* años, en el mismo sitio, pero en confortable capillita, reposa el Santísimo que fue entronizado en procesión solemne, por dos obispos: Flavio Calle Zapata y Oscar Aníbal Salazar.

“Por intermedio de Barbarita, -dice su hermana Blanca- sucedieron cosas sobrenaturales en la Casa de Oración. Pese a la incredulidad de algunos, hay testigos vivos de curaciones de la columna, lepra, mudez y parálisis; además de los alivios del alma, mediante oraciones de sanación, famosas en boca de Barbarita”. “Eso era miedoso”. – Anota Blanquita.

De pronto, comienza a llenarse de nuevo la capilla; interrumpimos la conversación y le avisan que el padre Jorge (recién trasladado, pero aún sin marcharse) venía a celebrar una misa. De afán, porque no lo esperaba, viste el altar. Casualmente, la santa misa que celebra, tal vez la última de esta etapa de su vida en Granada, es por el alma de la madre de un amigo mío, víctima también de la intolerancia humana, y me quedo para participar de ella.

Barbarita Hernández murió de una afección pulmonar, el 30 de septiembre de 2004, y sigue regada la semilla en Blanca y Ricardito; en sus sobrinas, bisobrinas y algunos niños que se han acogido a sus cuidados. Pegados además están los rezos en cada hogar de granadinos y orientales  diseminados por todas partes del mundo, que en una linda imitación, hacen los grupos de oración que los aglutinan bajo un solo objetivo: dar gracias a Dios y venerar a la Santísima Virgen María.  

Granada, 21 de agosto de 2005.

Actualizado a la fecha de hoy: 44 años. 

José Carlos

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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.