CON MUCHA MADERA

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CARPINTEROS

CON MUCHA MADERA

(Lectura: 3 minutos)

Bajito; mejor dicho, bajitico él; con sombrerito Barbisio estrenado hacía 10 años; un delantal tostado por la cola de carpintería, aserrín y pintura chorreada por meses; fumador sin aspiraciones de humo; pero a pesar o por ello, su piel se agarraba a los desgastados músculos, que, como acero fibroso, movían un mundo fascinante de olor a madera de comino, nudoso pino, blando guacamayo o amargo cedrillo.

Lo vi desde niño, buscando entre las virutas y el aserrín, un lápiz que a la postre resultaba donde menos lo pensaba: a pocos centímetros de sus ojos: ¡en la oreja!

Con pocas palabras y menos plata;  con una lamparita alumbrando una imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro intercesora de la ayuda divina;  sólo, escuchando la voz gangosa que salía de un viejo radio cuyo alambre a guisa de antena, subía hasta las vigas bregando a captar a Víctor Castaño Yepes, con La Canción del Día, por el Radio periódico Clarín (El primer Noticiero de la Segunda República) o a Montecristo o a Víctor, Mario y Augusto Saquicela: Los Chaparrines o a Los Tolimenses, que algunas  emisoras emitían  desde la ciudad; así se mantenía buena parte de su tiempo.

En ese ambiente, como un san José del siglo XX, estaba él: El Carpintero, midiendo un larguero con su metro de 10 tablitas amarillas de madera, para desguazarlo a lo largo en varias partes, con el afilado serrucho ya encebado que rompería los nervios de la madera, con la que empujaba sobre el banco, los clavos, grapas,  garlopín y escuadra, para que no estorbaran, cuando éste empezara su misión.

Y, más de la imaginación que de nuestras manos, utilizando los recortes de madera que gentilmente nos regalaba, empezaban a salir avioncitos que recorrerían los mundos más allá de donde nuestra vista alcanzaba; trompos que rotarían como la tierra sobre la tierra; chapolas que lo mismo harían en el aire cuando corriéramos y carretas con ruedas semi redondas, pero que él, con una segueta, nos pulía para que no brincaran por la  forma romboide que les habíamos dado.

Cuando menos lo pensamos, sucedió algo no muy común en él, que se mantenía tomando medidas en la madera y apuntando sobre ella, comenzó una vez a hablarnos muy amablemente:

-Cuidaíto pues monitos que es que aquí siempre hay mucho peligro; porque a la candela hay que tenerle miedo.

Y siguió contando con el cigarrillo Victoria en la boca:

Una vez que estaba yo haciendo una candelada para derretir este pegante que se llama cola, Gilma, la muchacha vecina, brincó sobre las llamas y se le prendió el vestidito. Tuvimos que correr hasta la chorrera que está allí muy cerquita para poderla apagar; qué pesar de la muchachita.

Perplejos, continuamos escuchando sus historias, mientras preparaba una base de blanco de zinc para darle la primera mano de pintura a un cajoncito de osario, para sacar los restos en el cementerio.

Y es que miren pues, que, con los martillos, los hijos míos se han pegao unos machucones los berriondos y cuando eran más niños, ensayando con el serrucho, no sólo se salían del trazo, sino que también se pegaban una que otra cortadita; como esta que me pegué ayer. Pero tranquilos que con telaraña que cogí del techo, estanqué la sangre. 

-Es que los muchachos sí son muy fregaos.  –Dice, mientras una pequeña tos de fumador sale de su pecho.

-¿Ustedes ven esos ataúdes que están sin terminar?-

 -Pues, cuidaíto les da por meterse a uno de ellos; porque un muchachito una vez se lo midió y a los tres días, ese mismo le sirvió ya de verdad. –

Ahí, en la puerta quedamos tres niños mirando los aparatos con miedo reverente y comiéndonos las uñas ante ese escenario con su actor, de las manos del cual, como de un moderno Gepeto, esperábamos saldría  un “Pinocho ”  con la nariz grandota “hecha pedazos”;  y esperando con ansiedad,  que el carpintero hubiera dicho  mentiritas.

Pero, por desgracia, no.

Porque hoy, los ya no niños, pasamos de nuevo por la carpintería y a muchos, muchísimos, entre ellos, al carpintero, la vida los giró como trompos y chapolas y ya viajaron no en los avioncitos o carritos que hace tiempo hicimos, sino en los cofres, que aún sin probárselos, les quedaron a todos también, hechos a la medida.

Este es un reconocimiento a los carpinteros fallecidos de mi pueblo, talladores de sueños y horizontes: Jesús María Tamayo Salazar, Manuel Avendaño (Caravana), Alonso y Evelio (Guasquilos), Tulio y William Giraldo (Los Piedrahítas), Ramoncito y Arturo Ramírez, Julio César Giraldo y por supuesto, el homenaje sincero al protagonista de esta sencilla historia llena de sudores y fragancias vegetales: Francisco Javier Tamayo Vélez: MI PAPÁ, quien sin una sola herramienta de motor y solo con serrucho, martillo, garlopas escuadra, formones, cola y clavos, logró llevar sobre sus espaldas  como un titán, toda una familia de nueve hijos y a nuestra madre Imelda.

Glosario.

-Barbisio: Marca de un sombrero muy fino y usado en la época.  

-Encebado: Untado de cebo de res.

-Cola de carpintería: Especie de pasta o resina natural hecha de cartílagos de res cocinados, que al hervirse en agua se convierte en una gelatina o emulsión muy fuerte y olorosamente desagradable.

-Monitos: Niños rubios. 

-Garlopa, garlopín: Cepillo grande con cuerpo de madera o metal, cuya cuchilla es especial para pulir por los bordes o cantos.  

-Chapolas: Hélices.

-Candelada: Fogata

-La Chorrera: Fuente de agua en la carrera Pichincha de Granada, sector el Zacatín que aún surte al pueblo en momentos de cortes de agua.

-Restos: Parte ósea del cuerpo que se exhuma para pasarlo a otro sitio llamado osario.

-Machucones: Machacones.

-Ataúdes: Cofres fúnebres de madera.

-Gepeto: Papá en la historia de Pinocho.

-Trompos: Juguete romboide de madera con una punta metálica sobre la que gira al ser lanzado con una pita. 

 

  Medellín, 29 de agosto de 2007

 

 

 

José Carlos

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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.