
CONOCIENDO LAS VEREDAS DE GRANADA
El Paraíso Terrenal
Estamos en El Edén en la Aurora de los tiempos, cuando Dios creó al hombre. Aunque la tierra tenia Buenavista hacia cualquier parte; corrían grandes cantidades de La Cristalina agua; las Palmas daban sus exquisitos cocos y La Selva espesa producía todo lo que el hombre necesitara, Adán comenzó a sentirse jarto: ya no le alegraba El Vergel, La Primavera, ni La Florida arboleda que lo circundaba.
Entonces llamó a Dios y le dijo:
“Usted es El Libertador de mis penas, ya que estoy muy aburrido en la jungla que me creaste. Así pues, Dios, que tengo varios Planes; uno de ellos es que me hagas La Merced de ponerme una compañera con la cual pueda extasiarme en Las Vegas que forman estos ríos, viendo a La Gaviota, El Oso y demás bellezas que has creado”.
Al poderoso no le Chocó la idea, pero le advirtió del peligro que correrían (sabedor como era de la curiosidad femenina), ya que había partes muy Arenosas y resbalosas. así pues, -le dijo- “ordeno que por todos Los Medios se abstengan de pasar por La Cascada, puesto que es muy Honda abajo y muy estrepitosa su caída”.
Advertido Adán de ello, Dios le creó la primera mujer que en el mundo hubo:
Era una Linda dama que fulguraba como una Estrella y por la cual, más tarde, claro está, cualquiera de los reyes de la tierra, hubiera entregado hasta su reino y hubiera quedado en La Quiebra absoluta.
El tiempo iba pasando y Adán ya ponía la mirada Aguada cada que veía a Eva. Ya hasta tenían un Cebadero detrás de El Chuscal, desde el cual, subidos en La Roca, dominaban el Campo Alegre y notaban El Progreso que era estar juntos en el paraíso que era de ellos solitos.
Pero, es que no hay dicha completa:
Cierto día amaneció Eva con el capricho de conocer unas Minitas de oro que había divisado detrás de El Roble situado al lado de La Mesa del corredor de la casa. (¡empieza la codicia!).
Adán la previno de las advertencias de Dios, pero ella, insistente (y atea, según parece), se subió Las Faldas de su vestido, se paró en una piedra lo más de resbalosa y preciso: cayó al precipicio donde la envolvieron las turbulentas aguas, no sin antes darse golpes muy fuertes en diferentes partes de su precioso cuerpo. Como la Cruz Roja, ni los bomberos, estaban todavía creados, le tocó al pobre Adán rescatarla a él solito y aplicarle los primeros auxilios para poder revivirla, porque no tenía reemplazo si de pronto enviudaba.
Después de revisarla meticulosamente vio: que estaba como muy Quebradona Arriba y Quebradona Abajo; pero agradeció que El Morro que se le había hecho, ya se estaba desvaneciendo, tallándole papa a ese tortero tan miedoso.
Cuando Eva abrió los ojos y vio a su Adán todo mojado y asustado, apenas le dijo:
-Perdonáme, hombre Cabezón, pero es que no pude aguantar la tentación. Pero, qué raro: aunque sin haber hecho todavía nada nosotros dos, ya tengo antojos de lo más irresistibles, como por ejemplo, como el de comerme una manzana.
Luego de una incapacidad de tres días hábiles que se juntaron con el puente del lunes, pensaron la cosa más pausadamente y vieron que todo se les había venido abajo, pues el Malpaso, era el inicio de su salida de la finca esa, ya que el incidente lo estaba presenciando desde un manzano, la culebra más famosa de la historia, la cual ya había escuchado la sugerencia de Eva a Adán.
Lo demás, ya lo sabemos: aún seguimos purgando esa desobediencia y aunque nos encomendamos a La Milagrosa, a San Esteban, San Francisco, San Matías o Santa Ana, solo se nos quitó esa culpa, con La Cruz que tanto le costó a Jesús el de Galilea.

José Carlos
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Navegando por Granada
Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.