Entró muy despaciesito al cuarto;  hizo carrizo para quitarse un zapato; en esas entró la mamá y creyendo que Aníbal Betancur estaba era poniéndose el zapato para ir al rosario de aurora, como le había prometido, le dijo:

¡Eso sí es bonito, m’ijo, que sean cumpliditos.  Y se lo arrastró para el rosario de aurora; el que tuvo que andar amanecido y borracho…

Me cuenta el excelente profesor Aníbal Betancur, que cierta vez estaba como muy bebedorcito y su mamá lo reprendió:

-Eh ave María, m’ijo… desde ayer tomando y hoy la siguió…! ¡Usted ya está más bien desjuiciadito!

Aníbal, con un guayabo enorme, le prometió a su progenitora que ya no tomaría más ese día, y que p’a que viera lo verraco que él era, lo llamara al rosario de aurora, el cual era a las 5:30 de la mañana.

¡Al poco rato, se le olvidó la promesa… y siguió la beba!

Anibal bogó aguardiente toda la tarde y muy buena parte de la noche; ya casi al amanecer se fue para la casa de su mamá, porque aún estaba solterito y a la orden.

Entró muy despaciesito al cuarto; con grandes esfuerzos hizo carrizo para quitarse un zapato; en esas entró la mamá y creyendo que Aníbal estaba era poniéndose el zapato para levantarse, como le había prometido le dijo:

¡Eso sí es bonito, m’ijo, que sean cumpliditos!   Y se lo arrastró para el rosario de aurora; el que tuvo que andar amanecido y borracho.

Traigo este apunte a colación, para referir las peripecias de un madrugador al Rosario de Aurora:

-5.00 a.m. Despierta el reloj y como el clima es frio, siente uno una pereza la berraca; pero de pronto viene a la memoria el canto de Viva María… Viva el Rosario... cuya estrofa más tentadora es:

-El demonio a la oreja te está diciendo: deja Misa y Rosario, sigue durmiendo.


Eso le dice a uno ese diablito, más o menos así:

-No sías pendejo… ¿no te acordás lo tarde que te acostaste?

-Mirá que ya está como goteriando…

-Y hasta afiebrado y malucón que te dormiste. Lo que soy yo, no iría ni por el diablo.

Y. uno con esas ganas de pararle bolas al hijuemadre Satanás; pero hay que seguir adelante.

Se queda el pobre diablito con la cola entre las patas y se va uno ahí mismo para el baño:

Allí hay hielo total, tiritadera y posibilidad inminente de paro cardiaco y parálisis muscular.

Al fin salgo a la calle…

5:20 a.m. Los pájaros, por lo menos 6 variedades, cantan en la loma de la Cruz; la gente corre presurosa por La Variante, rumbo al atrio de la iglesia de arriba.

5:30 a.m. El sacerdote entona el primer misterio del rosario, dos monaguillos o acólitos encabezan con cirios la procesión; y qué raro: la imagen de la Virgen viene en la cola.

Salimos a paso ceremonioso. La gente, muy aconductada, responde (contestamos) las Avemarías.

Allí no solo va la viejita del mantón oloroso a alcanfor, o el cuchito con olor a tabaco apagado o cuzca; también va la colegiala con el uniforme de plantel y la matrona con sus hijas y yernos. Son pocos los tan famosos malos olores, en estos rosarios de tierra fría.

Ya nadie hiede a carcajada de caimán o a bostezo de marrano. Vamos, casi todos, bañados, aunque no faltará quién se haya hecho los bañados del gato.

Entonamos el Cuarto Misterio; ya le dimos la vuelta a la plaza y subimos de nuevo a la Variante. Como el templo ya está cerca, debemos aminorar el paso, con el fin de llegar exactamente a las 6:00 de la mañana, para seguir con la misa.

Es increíble; pero, a pesar del frío y la pereza, hay una iglesia  llena de gente que caminó el rosario de aurora.


Aparecen los recuerdos gratos que vuelvo a vivir:

Esta gran cantidad de gente me recuerda el tiempo cuando estaba consiguiéndome a la que ahora es mi esposa.

Como apenas nos estábamos cuadrando y tenía que lucirme, quedamos de salir a peregrinación a las 4:00 de la mañana a la Virgen del Cebadero.

Esa madrugada llovió mucho y en medio del gentio ¡no pudimos encontrarnos. Pero, eso sí, yo me aguanté todo el Rosario subido en una barranca y mojado como un gallinazo.

No logramos un objetivo, pero creo que, en el libro de la vida, por allá en un rengloncito de 1974, san Pedro escribió:

El amor lo logró: los hizo madrugar.

Vuelvo a la realidad:

Afuera, la gente empieza a despertarse; las maestras rurales cogen el vehículo escalera para ir a la escuela; Olivia Saturdina se levanta del carro donde durmió y entra gimiendo a refugiarse a la iglesia porque, me contó ella, La Gansa dizque le tira agua y ella no quiere bañarse a esa hora, ni ese día.

Granada, 17 de mayo de 1998

Glosario

Desjuiciadito: Falto de juicio, indisciplinado.

La berraca: Enorme, muy grande. 

Pararle bolas: Obedecerle, ceder a la tentación. 

La Variante: Avenida principal de Granada, aún en dicha época. 

Cuarto Misterio: Una de las cinco partes o casas del rosario. 

José Carlos

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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.