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EL MUNDO DE MISÍA EMPANADA

(Lectura 2 minutos)

¡Qué ricas las empanadas!

Las hay de muchas formas: gorditas, flaquitas, o infladas; con crestas floriadas o lisas; bien armadas y/o desbaratadas o carcajiadas.

¡Empanadas!

Las hay de arroz o de papas; muy aseaditas (sin una mugre de carne), con carne aunque sea poquita y dietéticas: con casi nada por dentro.

Las hay de tacón alto, parroquiales muy pequeñitas, bailables y comerciales!

Con ellas se han construido capillas, templos, catedrales; asilos, colegios, hospitales, orfanatos, calles, caminos veredales, escuelas.

Por ellas han podido estudiar ingenieros, abogados y, muy especialmente, seminaristas, a quienes mujeres bondadosas apoyan en sus carreras.

Muchas, muchísimas familias le deben también la subsistencia a esta humilde servidora del género humano.

Existieron hace días,  las empanadas sorpresa: una de tantas llevaba dentro un frijol o un maíz, a quien le resultara premiada le daban un obsequio que podía ser una docena de empanadas gratis o decenas de doce empanadas.

¿Que se debe recoger para una obra social?

Pues, ahí estarán ajuntando candela y poniendo la manteca con un carboncito o un clavo de acero (para que no chupen aceite, entre otras las siguientes damas:

Tulia Zuluaga Rentas (la de José Reblujos), Esther Alzate, Tulia Chócola, María la de Zangarrias, Alicia y Cecilia (Las de Juanito Hoyos).

Empanaderas de hace días en Granada:

Melanita Zuluaga, esposa del tío Tomás Giraldo, cuyas empanadas eran vendidas calle a calle, cantina a cantina por Gildardo y Hernán Tamayo, hermanos del autor. Las Patecas que sazonaban muy bien. Inés Salazar  Conseda, Carmen Gómez Guasquila y Marujita Giraldo Guateja. Esta última tiene verdaderos vendedores autorizados quienes le expenden las empanadas en la escuela, en calles y en las cantinas. ¡A eso si los dejaban entrar allá! A la vez se encargaban de surtir las contratas en las tiendas y los toldos.

Las empanadas y pasteles de don José Luis  Giraldo, Patillas, cerca de la iglesia de arriba, eran tan apetecidas que, después de misa o de las funciones religiosas, su negocio se convertía en hervidero de gente, ansiosa de comerse una porción de las deliciosas empanadas que ayudaron en mucho junto con el ganado a levantar a sus hijos, ayudar a la Sociedad San Vicente de Paúl  y dejarle  su buena dote a su familia Giraldo Pineda.

Entre los distribuidores más famosos de las empanadas de La Mona  Guateja están:

Los de Imelda y Francisco Javier: Tiberio, Conrado y Carlos, o sea nosotros; Godo, Agustín Parra (Becerro), Hernán Gómez Chulito, Leonel Hoyos (Panqueso), Rigo y  Orlando de Los Guateja, o Cabecitas y además, Jesús María Ramírez Bonilla.

Hoy por hoy, son innumerables las esquinas en donde las hornillas se encienden para dar paso al rito de las empanadas, en esta Granada del alma y a diferencia de las empanadas de Cali o de otras localidades, no necesitan estar acompañadas de encurtido, o salsa de ají.

Ñapa: Según el Coloso del Humorismo, Hébert Castro, un pastuso contrabandeaba papa de Colombia hacia el Ecuador, escondiendo la papa dentro de las empanadas. ¡cosas la vida!

Glosario:

-Misía: Mi señora.

-Carcajiadas: Abiertas, despaturradas.

-Una mugre: Un poquito de…

-Ajuntando: Prendiendo, encendiendo candela.

-Hornillas: Especie de parrillas con carbón encendido para colocar las ollas, parrillas o sartenes.

Granada, marzo de 1997

Todos somos retazos de historia y mi hermano Tiberio Tamayo nos comparte su experiencia  con  otro empanadero muy famoso en Granada por la época: 
“Cuando estudiaba en el colegio; iba donde don Pablos Gómez, Penca. Al frente de la cocina había un banco donde nos sentábamos a esperar la tanda que correspondía al turno. Cuando recibía el pedido, después de media hora, salía con las empanadas muy calientes, envueltas en papel blanco de parva o mecato. Don Pablo despachaba el producto, mientras su esposa, con la cara roja del calor, las volteaba, parada al frente de esa fogata en manteca Gravetal hirviendo en un sartén lleno de empanadas.

No daba abasto; iba media hora después, ya no encontraba ni una sola; se habían agotado. La casa de don Pablos Penca quedaba en La Plazuela, enseguida de la casa de don Carlos López (Galope), iniciando la Cañada o calle Córdoba.”

P.D. Mención especial y felicitaciones muy merecidas para Heriberto Giraldo Aristizábal el dueño de El Paisita, una empanadería que ni la violencia logró vencer y que en las buenas y en las malas siempre ha estado prodigando olores y sabores a todos los granadinos y a quienes nos visitan aunque sea de paso rumbo a San Carlos. 

José Carlos

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