Todo un acontecimiento

Es un sábado por la tarde en un sitio del patio adaptado como peluquería en la casa de Juanita Salazar, la mamá de los Pécoras.
Desde ahí se observa pasar por los embaldosados corredores a Ángela, Consuelo y Jairo, algunos de los (entonces muy jóvenes) hijos de Juanita, un símbolo de las matronas caritativas y emprendedoras que han sido orgullo de nuestra raza paisa, pero especialmente granadina.
Por el corredor, también pasa moviendo el bigote, su esposo Andrés Mejía, con un tarro de Pintuco y una brocha para ir a pintar un zócalo que han estado descascarando unas gallinas brinconas en la calle.
La fila de niños que nos vamos a motilar se empieza a alargar, mientras miramos al que está de turno, parado y agarrado fuertemente por las piernas de Juanita, para que no se vuele, aunque haga mucha repulsa.
Con ternura y chistosamente Juanita dice: “Este muchachito tiene el pelo tan grueso como crin de caballo”, mientras caen al piso los crespos que la mamá le había hecho, aplicándole manzanilla, para que siguiera rubio o mono.
En un volar con las tijeras Corneta, del pelero del niño sólo le queda el copete al estilo san Pedro. Coge la pulidora mecánica que presiona con los dedos índice y pulgar y comienza lo duro: ¡Esa máquina está hoy muy “jaladora” de pelo, por lo que el antes monito, se encurume cada vez que el frío aparato pasa por su cabeza y arranca de raíz dos o tres cabellos!
Para culminar la labor, Juanita arma la máquina de afeitar, con su cuchilla Barba Roja y deja la cabeza del niño mostrando cicatrices de anteriores peleas en la escuela o la calle, la última de las cuales se la ganó por una pedrada que le tiró María Boba, cuando la estaba molestando en la calle del Zacatín.
Sigamos pues: Coge Juanita un atomizador y le echa alcohol al muchachito por si de pronto (a veces), se la ha ido la mano con la cuchilla; y no ha terminado de hacer feo el ya literalmente pelaíto, cuando le aplica también una buena pasada de Piedra lumbre, para que no se infecte, ni le den esas manchas llamadas Melancolía.
Mientras miro ese escenario, me comienzo a poner arrozudo y apenado, pues sé que Juanita me va a ver la “carroña” que se me ha formado en el cuero, por el miedo al agua, tan típico en esa edad y época; pero a la vez me siento orgulloso porque también notará las dos coronas o remolinos que tengo, pues ella dice que quienes tienen esos atributos “son muy bravos, pero inteligentes”
Antes de tocarme el turno, el monito le dice a la peluquera que “gracias y que le apunte la motilada al papá, para ajustar las de los tres hermanitos que peló hace veinte días y que cuando llegue la cosecha de maíz, se las paga”. Y lo más malo es que yo también tendré que decirle que espere a que el trabajo de papá se componga para poderle pagar, ya que los ataúdes de la Liga Eucarística no se han vendido casi, porque no se muere nadie, ¡pero que de todas maneras, Dios le pague, pues!
Historias:
Ya en mis libros he contado historias al respecto, como la del parroquiano que se le incendió a Kico Zuluaga (de los Canelos) de la siguiente manera:
Una noche estaba motilando a un señor Noreña y como se fue la energía, tuvo que seguir la peluquiada con una vela que sostenía el paciente.
Cuando don Kico le comenzó a echar alcohol con el atomizador, la llama pasó de la vela a la cabeza, por lo que salió el pobre señor asustadísimo, con un humero en la cabeza, como a un endemoniado y con don Kico detrás bregando a apagarlo con una toalla.
Dichos con pelos:
“Al pelo…” Exactos.
Montar en pelo: Ponerse los pantalones sin calzoncillos. O también, montar a caballo sin silla ni enjalma.
Ese no tiene pelos en la lengua pa’ decir lo que piensa.
Por un pelito…: casi.
Pelo’e chucha: Peli erizado, con los pelos de pa arriba.
Peloe’chócolo: Pelo desordenado y semi café.
Pelo en pecho: Parece que es sinónimo de hombría.
Pelo del reloj: Cuando los relojes no eran de pilas o batería sino de cuerda, dentro tenían una espiral o pelo de metal que regulaba la velocidad del movimiento de un reloj mecánico.
Bozos o bigotes: Hacen parte también de la familia del pelo y se escuchan dichos tales como: “Mujer de bozo: beso sabroso”; aunque hay uno referido a lo mismo que dice: “Mujer bozuda, de lejos de saluda”, por lo bravas que parecen ser las poseedoras de esos pelos hirsutos en el labio superior.
Peluqueros famosos de hace tiempos en Granada:
Nacianceno Zuluaga, Crisanto Zuluaga, José Ángel Zuluaga, Clemente Zuluaga (Güete), Santiago Zuluaga, Humberto Zuluaga; Kico Zuluaga, Juancho Zuluaga, (Qué zuluaguerío tan grande, aunque no eran todos de los mismos). También Arnoldo Castaño, Alejandrino Giraldo (Jerónimo), Néstor Aristizábal (Chócolo), Los Bolos y Guarañas quien después de arreglar zapatos y muertos, tranquilamente se iba y motilaba a algún granadino, que pacientemente lo estaba esperando mientras en el cementerio terminaba su poco competida misión.
Glosario:
-Peluquiada: Motilada, corte del cabello
-Repulsa: Fuerza por salir, rechazo.
-Manzanilla: Clare de champú que, se decía, conservaba el color rubio del cabello.
– Arrozudo: Erizado por el frío o por el miedo.
-Encurume: Encoge tiritando de miedo o de frío.
-Pelaíto: Niño; también como quedaba el niño motilado.
-Piedra lumbre: Especie de piedra contra los hongos.
-Melancolía: Hongos de la piel.
-Carroña: Soriasis excesiva.
-Liga Eucarística: Especie de sociedad mutuaria en Granada, fundada en 1934 por el padre Ricardo Mejía, a lo mejor, familiar de don Andrés, que suministraba los cofres funerarios o ataúdes, el hábito y la sepultura a sus asociados.
-Humero: Mucho humo.
Medellín, 3 de diciembre de 2007


José Carlos
¡Opina!
Te puede interesar...
EL AMIGUITO CONEJITO
Foto cortesía de la Casa de la Cultura Granada EL...
Entradas recientes
Navegando por Granada
Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.