Llegar a la ciudad a donde algún familiar, salir al centro de la ciudad y perderse cuando no había aún  referentes  como el edificio Coltejer y donde calles y carreras eran tan parecidas, nos ocurrió a muchos, desatando una explosión de adrenalina que nos hacía enmudecer de pánico.

Viene de parte 3

…Y ahora, la llegada a la casa del tío:

Como otros que llegan a Villa Hermosa, llegamos nosotros a Aranjuez.

En la cajita de galletas Saltines Noel llevamos nuestro equipaje: pantaloncillos Dumbo, fruncidos en el resorte y reformados, porque fueron de un hermano mayor y porque… qué pena que lo vean montando en pelo y ya tan grande.

También van dentro de la cajita: un pantaloncito de Dril Super Naval cafesusquito o color café en leche, hecho de un corte de los que les dan como dotación a los carreteros del sostenimiento de las vías; zapaticos Cauchosol con huequitos encima, los cuales nos dejan los dedos sancochados y arrugados como si hubiéramos trabajado con cemento y que, además, producen un olor anestésico cuando los pies no se han lavado siquiera en dos o tres días.

Y ahí, en la casa está un señor altísimo, zarco, semicalvo, blanco, un poquito cojito y de sonrisa socarrona: Es el tío Tomás, quien a punta de lengua y de poesías está levantando a su familia. Él mismo lo dice: “soy como las arañas: vivo de las babas”. Y a fe que sí, porque a punta de versos y de acrósticos escritos por encargo, arregla matrimonios y noviazgos en crisis.

Su casa es espaciosa. allí nos encontramos los primos y los primos de los primos. En una sola pieza somos capaces de amanecer doce personas, quienes nos dormimos rendidos, ayudados por el olor a pecueca y por la guerra de almohadas que no puede faltar todas las noches.


¡PERDIDO EN EL CENTRO!

Me cuenta Arturo Zuluaga Galileo, que una vez, estando muy adolescente, se atrevió a ir a Medellín, él solito. La camioneta entró ese día por la Avenida del Ferrocarril y quedó con la trompa o el capó hacia la carrera Bolívar. Esa fue la señal que se grabó para la próxima ida.

Pero, el destino diría otra cosa cuando le tocó volver, porque el carro esa vez, quedó parqueado al revés, es decir, mirando al lado contrario de la primera vez: hacia el río.

Pero Galileo, que ya sabía que no era sino seguir la dirección que mostraba el motor del carro, agarró para ese lado. Caminó y caminó y nada que aparecía la tan soñada carrera Bolívar. Antes bien, notaba que cuanto más caminaba, más solo estaba el sector. Hasta que llegó al río Medellín.

Ahí, preguntó entre sollozos a un carretillero:

Oiga, señor, ¿falta mucho pa’ llegar a Bolívar?” Es que la otra vez, la trompa (capó) del carro quedó mirando pa la carrera Bolívar y así la seguí, pero estoy como perdido.

¿La Trompa? ¡Trompa (ignorante) usted, niñito!
Porque usted está más perdido que una cucaracha en un baile de gallinas. ¡Devuélvase diez cuadras, que Bolívar está a sus espaldas, pero muy arriba!”

Y desde ese día, no se le volvió a olvidar que hay que mirar es el número o nombre de la esquina, y que la trompa, motor o capó de los carros solo se mira para que no nos aplaste, por elevados y atembaos..

Otra:

Después de caminar y caminar y dar vueltas por calles y carreras que se parecían mucho, mi hermano pregunta al fin a un transeúnte

-Oiga señor ¿Me hace el favor de decirme dónde queda Bolívar?

-Pues, aquí, -contestó el individuo y se alejó dejando aturdido a mi hermano, porque no alcanzó a decir por cuál esquina con Bolívar, estaba preguntando.

Al fin, casi llorando ya, alcanzó a ver el tarro de Pintuco, girando lentamente en una terraza de la esquina de Amador con Bolívar. Después, no era sino descolgar hasta cerquita de la Iglesia del Corazón de Jesús y coger otra vez la camioneta para volver donde la mamá, ya que la famosa mamitis se había comenzado a sentir muy fuerte en su ser aún infantil.

Serie Completa

José Carlos

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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.