-¡Siga zurdo, José Carlitos!-
Mientras en su salón deletreábamos el delicioso libro La Alegría de Leer, en el contiguo se ponía en práctica el refrán: la letra con sangre entra, aguantado y hasta patrocinado por los mismos papás de los alumnos.

MI SEÑORITA ROSALBA
-¡Siga zurdo, José Carlitos!-
Ella, de 26 años y yo, de sólo 8 añitos. Fue un amor a primera vista y… posible.
Corría el año 1964 en Granada y en febrero la escuela urbana se comenzó a llenar de niños, sólo niños, todos ellos de 8 años en adelante, porque sólo a esa edad nos recibían en la escuela.
Me tocó en el Primero A, un grupo con 62 alumnos y, de acuerdo a la primera letra del apellido, yo era el número 53. Todo un manicomio lleno de locos bajitos como llama Serrat a los niños.
Por la puerta apareció una mujer inmensa, para nuestra estatura, de la que, al conocerla, todos nos enamoramos: ¡La Maestra!
La Señorita Rosalba Tamayo* Jiménez. Delicada en su trato personal y con el de los alumnos. Segura, austera y seria; sin excentricidades: Nada de pantaloncitos calientes, yoyos gogó y, menos, minifaldas, que se estaban imponiendo por ese entonces.
Mientras en su salón deletreábamos el delicioso libro La Alegría de Leer, en el contiguo se ponía en práctica el refrán: la letra con sangre entra, aguantado y hasta patrocinado por los mismos papás de los alumnos.
Y, aunque para la época, escribir con la mano izquierda era una tara que había que corregir así fuera a punta de reglazos, sólo me insinuó que escribiera con la derecha y cuando vio que era muy difícil de hacerlo y que ello no menguaba mi capacidad de adquirir conocimientos, no me insistió y, con dulzura me dijo:
-“Siga zurdo, José Carlitos.”
Ahí estaba la mujer a la que traerle el desayuno desde la plaza, era un privilegio para los alumnos, porque siempre les daba una probadita de su comida tan distinta a la de nuestra casa.
Los pasos de sus tacones aún se sienten en mi mente, cuando caminaba por los entablados salones de clase enseñándonos a unir letra por letra hasta poder balbucir nuestra primera frase larga “Mi mamá me mima mucho”.
Adiós a mi Señorita Rosalba, ese manojo de rosas que se deshojó en Cali, Valle, el pasado 3 de febrero de 2018.
¡Feliz día de mi primera maestra y de quienes la siguieron!
*A pesar del tener el mismo apellido del autor, no tenían parentesco cercano.
Granada, mayo de 2019

José Carlos
¡Opina!
Te puede interesar...
LOS EXAMENES FINALES: EL MIEDO EN LOS 70’S
…Unos a otros se hacen las preguntas que hay en...
Entradas recientes
Navegando por Granada
Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.