EL HUEVO LOCO

DEL ALTAR DE SAN ISIDRO

En la calle del Zacatín, en Granada, nació un huevo en un nido de la gallina tabaca, solterona a la fuerza,  pero con instinto materno, pues aunque no ha conocido gallo, siente deseos de empollar  así  sea en un nido vacío, como queda a diario, porque muy temprano, Margola, su dueña, va y  recoge  uno  de los 250 huevos  que espera pondrá en un año la gallinita preferida. Ella quiere que su ave sea como la Gallina Turuleca que  “pone huevos en la sala y también en la cocina” y por eso la alimenta bien con Purina –

Vecino a este hay otro nido con varios huevos y una gallina culeca y erizada  repartiendo picotazos a todo lo que sea peligroso para sus futuros hijos. Además, Rufina se emborrachó porque su ciclo biológico se cerró, al menos por un tiempo.

El huevo de la tabaca, Ovidio, llamado así por su forma ovalada, cuenta a Chepe  cómo nació:

En 26 horas me  formé dentro de mi mamá  que ovula cada día; distinto  a las bellas mujeres  que lo hacen, pero  cada 28 días, casi por regla general.  En mi  interior hay una yema que es de donde nace el pollito y la clara que la naturaleza tiene preparada para que  éste  se alimente, mientras nace.-

Aunque parezco frágil, si me aprietan por las puntas entre dos manos, soy muy resistente y no me quiebra cualquier desnutrido.

Dice que se siente muy contento porque aunque su mamá y las demás no tengan su macho, comienzan a poner huevos  desde muy jóvenes  y que en cambio, las inmensas vacas vecinas  no dan leche si no conocen toro; por eso cree que su mamá es muy caritativa con el género humano y que él va a servir sólo para ser comido porque pollito no será nunca; ni tío,  ya que ve a su mamá como resignada a la soltería.

Cuando salió o nació, “Lo primero que sentí  fue un plumero calientico  encima de mí  y deduje (porque yo también pienso aunque sea ficticiamente),  que todos los huevos éramos puestos sólo por las aves, aunque fueran grandes como un avestruz o pequeñas como un tominejo, pero hembritas.

Además, como a los seres humanos, a Ovidio también le asaltan dudas existenciales y es así como cierta vez, oyó cómo un pollito medianito  le preguntaba a su emplumada mamá:

-Mamita… ¿Quién fue primero: el huevo   o la gallina?- –

Y ella apenas tragaba saliva gruesa,  porque no encontró la respuesta y por eso se agallinó ante el inicio de las preguntas difíciles que los hijos hacen en la adolescencia. Y continúa Ovidio:

 -De pronto, sentí que mi dueña me envolvía en un papel periódico donde comencé a leer que “Granada se recupera luego de la violencia…”-   y que poner huevos también lo hacen la mayoría de los insectos, los anfibios, muchos  peces y algunos mamíferos;  y que hasta las humildes y rastreras lombrices que tanto le gustan a mi mamá, nacen de huevos; pero lo que más me impactó fue leer, que el tiburón tan inmenso y poderoso como es,  también es producto del huevo;   y que los antediluvianos (y como quedados de la evolución) cocodrilos, caimanes,  tortugas y ornitorrinco (que hasta pico de pato tiene),  ponen huevos y ni siquiera cacarean como sí lo hacen mi  mamá y mis   vecinas bullosas del gallinero en el Zacatín.

Llegó Margola y me entregó al encargado del tablado del altar de san Isidro, en la plaza de Granada.

Yo, desde ese escenario veía mucha gente que no conocía: y escuchaba que vendían pollitos y montones de revuelto por veinte mil o treinta mil. Y hasta una gallinita recién llegada, presa del estrés puso un huevito que fue vendido al mejor postor.  Y pensaba que qué iba yo a valer siendo tan pequeñito; que escasamente darían doscientos pesos por mí y eso que con mucho pesar.

¡Me van a rematar! 

-En eso estaba pensando, cuando sentí una sacudida miedosa porque a Irene y Arcesio Giraldo,  dos hermanos del Tabor se les ocurrió una idea genial. Inmediatamente, ellos, Dubian Tirito, Memo Zuluaga y   Nelson Orejitas; junto con Uriel Buriticá, Juan Rodríguez, Gonzalo Giraldo y Emerson Vergara me agarraron y comenzaron a andar todo el pueblo conmigo. Eso subieron a La Variante y decían a la gente que con cuánto colaboraban pues para poder “rematar” el huevo.

Ahí mismo me acordé de lo que había leído en la prensa de que hacía unos  años habían matado a muchos seres humanos  por aquí y lo más triste es que a mí me iban era a “rematar”.

Comencé a sudar y a comerme las uñas y pensaba que qué había hecho yo tan grave para merecerme esto si apenas había llegado al mundo. Pero entendí que muchos tampoco hicieron nada hace años  y sin embargo…

Ellos me pasaban de mano en mano y Emerson Gurre dijo todo confundido: “cuidadito lo quiebran”.  Con esas palabras me comencé a sentir más confundido, porque iban a rematarme pero sin quebrarme   y no entendía cómo lo harían.

Subieron conmigo al hospital y sentí que a lo mejor me estaban viendo muy pálido y me llevaban  allá a que me pusieran  oxigeno;  pero pidieron fue más colaboración. Era que a todo el mundo le pedían plata que para rematar al huevo. Ya estaba yo creyendo que se estaban volviendo sayones pues estaban cobrando  no solo por  mi cabeza,  sino también  por todo mi redondito  cuerpecito

Pasaron para el Coliseo donde vi cómo unos muchachos le daban patadas a un huevo grandote y ahí sí pensé que me iban a rematar era a las patadas.

Bajaron al Salón Granada y me aterré viendo cómo a tres huevos o bolas en una mesa verde les pegaban con tacos de madera; ya una estaba hasta estaba una roja de tanto recibir tacazos.

Cuando en La Variante ya habían recogido mucha plata para mi rematada, en la cafetería de la esquina alcancé a divisar, con lágrimas en mis ojitos, a Conrado, Dubian Duque y Tarcisio López; y además, les volié la mano en señal de despedida  a Martha Nelly “Zoraidita”  y a  José Carlos, pues ya presentía que de ésta no me iba a salvar ni Mirús.

Volvieron al tablado en honor al santo, donde lo recibió el párroco José Darío Ocampo. Y, Ovidio pensó resignadamente:  –Ya hasta me van a aplicar  la extremaunción.

Cuando menos pensó, hubo un grito general en la plaza. Lo   rematarían por un millón doscientos sesenta y ocho mil ($1’268.000) pesos.*

-¡Yo ya esperaba el guascazo final y  que me iban a abrir mi pancita…pero pasados unos segundos nada sucedió!

Abrí mis ojos y entendí que, con mi solo nombre, habían recogido todo ese dinero para el altar de san Isidro, quien luego fue llevado al templo a implorar por sus campesinos tan llenos de problemas, especialmente porque para ellos todo es muy caro y   por lo que producen no les pagan casi nada. 

Ya ante la nueva realidad, me totié de la risa y me comencé fue a sentir muy orgulloso, porque vi que había casos en los que para la gente valía mucho; pero bregué a no volverme engreído porque eso causa muchos conflictos; tantos, que recordé a dos huevos paisanos míos muy creídos, que hacía tiempo ni se hablaban y en un plato, mirándose feo le dijo el uno al otro:

– ¡Juntos, pero no revueltos, mijo!

Y me carcajiaba pensando cómo valemos es por lo que la gente ofrezca por nosotros y no por la maravilla de la naturaleza que somos cada uno, de acuerdo a nuestro ser, por sencillo que parezca.

*Precio del año 2013

Glosario:

-Volié: Sacudí con fuerza en señal de saludo o de despedida, en este caso. 

Tabaca: Gallina del color del tabaco.

Culeca: Clueca que está empollando.

Sayones: verdugos.

Carcajiaba: Reía burlona y ruidosamente.

Se emborrachó: Se enculecó, comenzó a calentar huevos para sacar pollos.

-Guascazo: Golpe muy fuerte.

Se agallinó: Se achantó; le dio pena.,

Lo  quiebran: Lo matan

Me totié: Me quebré, me sequé (de la risa)

Ni mirús: Ni mi Dios

 

Medellín, 4 de septiembre de 2013

José Carlos

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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.