
…llego al pueblo en una procesión y yo todo encartado, con la guasca al cuello, metido entre todas esas piernas y bregando a salir de La Variante, porque nunca había visto tantísima gente y de ahí salí con una cojera de perro (aunque nadie cree en ella). Pregunto si hay alguna oficina para la protección de animales, pues supe que, a algunos de mis perrunos paisanos les habían puesto el nombre de un tipo de muy mala fama, que mató a su mamá, a su esposa y a muchos cristianos por allá hace casi dos mil años; mejor dicho, Nerón.
RUMBIMBO
El perro en la guerra
Aunque mis investigaciones para el tema de este artículo eran sobre gatos, por esas extrañas circunstancias de la vida, después de una especie de pelea entre perros y gatos en mi cabeza, resulté hablando fue de perros.
Esta es pues, la historia de un perrito común y corriente, no un pastor alemán o pekinés, sino el hijo de una “chanda” de perra y un perro fino abandonado, un “chandoberman”, quien graciosamente relata:
“Mi historia arranca en la vereda Galilea, donde de cachorrito era juguetón y acabador de medias veladas y cucos que sacudía para un lado y otro, hasta que me daban un golpe en las ñatas y ahí era donde sabía que estaba haciendo mal, o sea “acabando hasta con el nido de la perra”.
¡Y recuerdo como si fuera hoy!
Cogido con una guasca a la que muerdo para desamarrarme, voy ahora a las carreras camino a Granada, porque mi familia (que son mis amos) va desplazada y yo ni sé qué es eso, pero ahí voy también jadeando y con la lengua afuera.
¡A propósito, oí decir por ahí, que nosotros, los perros, sacamos la lengua para hacerle contrapeso a la cola; porque si no la sacáramos, ¡nos iríamos para atrás y caminaríamos sentados!
Seguimos por el Edén y desde la casa de Jorge Arbeláez apenas miro para abajito y lo primero que veo es a un hermano del autor de este relato, con el palo del azadón en el sobaco, leyendo y parando a veces para mirar esos paisajes tan bellos por los lados de Cocorná cuyas montañas, en distintos tonos de verde (como en la canción “Paisaje de Catamarca”), se pierden en la lejanía de Sonsón.
Pasamos por El Roble; y especialmente en cada curvita del camino, llegando al Cebadero, mi amo asoma la cabeza, esperando ver los personajes que lo habían obligado a salir, con lágrimas en los ojos, de su tierrita.
Y, ocurrió que llego al pueblo justo en la procesión del Domingo de Ramos y yo, encartado, todavía con la guasca al cuello, metido entre todas esas piernas, mostrando mis 44 dientes y bregando a salir de La Variante, porque nunca había visto tantísima gente en mi santa vida, y de ahí salí con una cojera de perro (aunque nadie cree en ella).
Por ahí derecho, entro desorientado a un lugar lleno de gente, donde están en una celebración del padre Oscar Orlando Jiménez. Y yo, sin hacerles nada, comienzan a decirme bajito: ¡hey, chandoso, pa ´afuera! Y me mandan pataditas de lados, como para que no se den cuenta los demás; me pegan sombrerazos y me dicen que “uuuchi” y yo salgo, con la cola entre las patas, preguntándome por qué será que estorbo en todas partes. Ahí sí me fue, literalmente, como a perro en misa.
Me llevan a una casa donde también hay otro Siringo más feo que yo y que se rasca de la manera más miedosa; Claro, es que está lleno de pulgas y sarna; y viéndolo, todo descuidado, recuerdo un verso del Chavo que dice: “Vuelve el perro arrepentido, con sus miradas tan tiernas, con el hocico partido, con el rabo entre las piernas”.
Yo le chasqueo los dientes para alejarlo y así evitar que se me pegue esa peste; me hago por allá en un rincón, y me pongo a pensar lo que por la radio había oído: que decir que un hombre era un “perro” era como decirle valiente, buen jugador, rebuscador, sabelotodo e infiel; en cambio, una “perra” era una mujer de mala vida y peor fama y me comenzó a dar como una soberbiecita y ahí sí me acordé de Juana Inés de la Cruz que decía: “Hombres necios que acusáis a la mujer, sin razón; sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis…”
Aunque también escuché que había unas que sacaban la cara por las féminas; porque supe de perras como Laika (astronauta) y Lassie (artista de cine) que fueron muy famosas. Y supe también de un perro muy plato llamado Pluto, que es una diversión, aunque realmente nos caricaturiza a nosotros, los canes. Bueno, les cuento que ya estamos más o menos organizaditos en Granada, porque a mi amo le dan mercaditos, de los que yo también como. Claro que no le dan Perros Calientes, ni nada de lujo, pero en mucha calma las necesidades básicas.
Lo malo es que éste ya no puede tomarse los guaritos y pegarse esas rascas en las que frecuentemente decía: “Si esta perra no es mía, que la reclame el dueño”, indicando que estaba muy borracho o caído de la perra.
Ya salí a la calle y oí decir que “perro viejo late echao” y me encontré con otro que parece que estaba viendo blanquiar o pintar alguna casa, porque tiene unas manchas por todo el cuerpo. Es un Dálmata y no un criollito como la mayoría de los que hay en el pueblo.
Fui a dar un paseo y a la entrada del hospital vi un santo, con la manito quebrada y con un perro que le lambe una herida en el pie (¡gas, carajo!); es el famoso perro de San Roque, que tampoco es que sea de muy buena raza.
Como me queda tiempo suficiente para vagar, pregunto por muchas cosas, entre otras, si hay alguna oficina para la protección de animales para poner una queja, pues supe que, a algunos de mis perrunos paisanos, -entre ellos uno de Pispirís-, les habían puesto el nombre de un tipo de muy mala fama, que mató a su mamá, a su esposa y a muchos cristianos por allá hace casi dos mil años; mejor dicho, Nerón. Y es que me da rabia, porque esa comparación sí me parece odiosa, porque además ninguno de nosotros incendió a Roma.
Cuentan por ahí que, a un antepasado mío, al que habían mandado por cominos para hacer el almuerzo, una vez lo cogió una tormenta y como tenía que pasar la corriente del río todo crecido, le dio miedo que los cominitos se le fueran agua abajo. Pensó un ratico dónde meterlos y los introdujo en el bolsillo de atrás (aunque no tenía ropa). ¡Como el perrito nunca volvió, por eso hoy cada que nos encontramos con otro, nos olemos por todas partes, para ver quién fue el que hizo el mandado y se quedó con los cominos, para encenderlo a mordiscos, por irresponsable!
Aunque hoy el día es perezoso y estoy triste, porque por boca de un desgraciado supe que mi mamá era una perra, me voy a quedar “haciendo mucho perro”; pero antes, les voy a contar una historia verídica que le pasó al amigo Gerardo “Mocho”:
Una vez, visitando una finca, le salió un perro erizado de la rabia y ladrándole como una fiera; eso le gustó mucho al hombre y lo compró. Cuando llegó a la casa, ese perro no hacía sino aullar muerto del miedo toda la santa noche en la terraza, que quedaba a ras con los tejados de los vecinos. La noche siguiente, siguió la chilladera del chandoso y el amigo todo apenado subió para zafarlo de la cadena y echarlo a la calle. Con enorme fuerza el perro reventó el palo donde estaba amarrado; y con un pedazo de este en un extremo, jalado con la cadena aún en el cuello, corrió por todos los tejados de la cuadra, levantando latas de zinc y todas las tejas por donde pasaba, chillando como un endemoniado. ¡Eran las dos de la mañana!
Al fin, con cariñitos y carnita, logró agarrar al perro y lo sacó a la calle; eran las 3:45 de la mañana. Esa noche los vecinos no durmieron, creyendo que les había llegado “la fin del mundo”, justamente por el cielo raso, que parecía que se les venía encima.
Al otro día, cuando salió a trabajar y el primero que se le arrimó fue un muchacho pidiéndole que le comprara un perro muy bravo que tenía. Aunque no quería oír mentar nada de esos animales, fue a verlo y era el tal perro que la noche anterior había sacado a patadas de la casa.
Lógicamente, el encartado amo tuvo que pagar todos los gastos ocasionados por el cobarde animal que era muy bravo, pero allá en la plaza y en la finca!
Epílogo: ¡Guau!
Rumbimbo está nuevamente en la vereda de donde salió, pues su amo se acogió a unas ayudas para el retorno, que lideran instituciones muy prestantes del pueblo. Mejor dicho, otra vez: “Guau”.
Glosario:
-Guasca: cuerda o soga vegetal seca, que sirve especialmente de rienda o de látigo.
-Chanda, Siringo: Perrito descuidado, sin amo ni pedigree.
-Chandoberman: Cruce entre una chanda y un dóberman.
-El Roble; El Cebadero: Veredas de Granada
-La Variante: Calle principal de Granada, Antioquia
-Guaritos: Aguardiente.
-Rascas, Perras: Borracheras etílicas.
-Echao: Sin esfuerzo ni motivo para pararse
-Pispirís: Apodo muy conocido en Granada
-Boje: Bofe de res. Pulmones.
-Haciendo mucho perro: Haciendo pereza.
Medellín, 4 de abril de 2007.

José Carlos
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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.