Después, el muy depravado me metió una piedra grande entre los dientes, que para que no cerrara la boca; sacó la lengua (¡la mía!), la revisó por todos los lados, que para ver si tenía “granizo”; pero yo pensaba que qué granizo iba a tener, si hacía mucho tiempo no había tormentas por estos lados!. ¡Estos seres humanos sí hacen muchas marranadas! -me dije.

UNA BIOGRAFIA MUY PUERCA

Soy hijo de una marrana de Margarita y el marrano de don Belarmino. Nací en la vereda La Honda Arriba, desde donde muy joven  fui trasladado al pueblo en una volqueta, a la cual me subieron agarrándome las orejas; me dejaron en el volco en medio de palas, picas, almadanas y los olorosos guayos de los trabajadores de la carretera, que volvían a sus casas.

Desde muy pequeñito me he sentido acomplejado por mi condición de marrano, porque oí decir a Margarita, que yo era hijo de una puerca y que mi papá era un cochino.

Estaba pensando en eso, arrullado por el ruido del carro, cuando, para aumentar mi pena, los carreteros comenzaron a decir que Ñato era un marrano para jugar billar, y que era más fácil robarse un marrano por una tapia, que ese carretero ganarse un chico; hablaron de muchas más cosas que casi no entendía, pero que se referían siempre a mí o mi familia; por eso es que siempre ando cari bajito.

Y para más achante, en la finca me habían quitado dos adornitos que tenía en la parte de atrás, por lo cual quedé con un caminado meneadito y la voz toda delgadita y puntuda. ¿Será por la falta de esas dos cositas que los marranos monos tienen fama de raros?

Cuando llegamos al pueblo, otra vez me agarraron de las orejas y de la cola y en medio de mis berridos fui bajado del carro. Con tamaño jalón me quedé viendo un chispero.

Al pasar por la calle, oía los gruñidos de otros cerdos de los que había en muchas  casas del Zacatín  y, casualmente, me encontré con otro marrano. Pero, qué raro: ese no tenía argolla en la trompa, como sí me habían puesto a mí. ¡Qué soberbia!, porque a mí, sí me pusieron ese alambre en la jeta dizque para que no revolcara la tierra; en cambio, a ese mono, lo dejaban hasta pispo con el labio superior sin esa argolla. Después me enteraría que algunos marranos eran utilizados para buscar unos honguitos en forma de sombrero, llamados champiñones.

Llegué a la casa. Allí, en un chiquero aledaño a ella me metieron y lo primero que sentí, fue un olor lo más de penetrante, por culpa de un líquido café que echaban de un frasquito pequeño y donde decía Veterina (¿Sí ven que no soy tan marrano?).

Ahí, encerrado, me echaban todos los sobrados de los vecinos. ¡Y yo jartando a lo que da el tejo! Y hasta quedaba prendido y con sueño por el aguamasa algo vinagre, que por la fermentación, casi se había convertido en chicha.

Diariamente me daban aguamasa y a Imeldita, la dueña de la casa le dio un día por echarle salvao mogolla a esa colada y la probé: ¡me supo a gloria! Pero, había un problema: para poderme tomar lo de encima, tenía que sorberme todo el líquido de la batea de madera, hasta que bajara la deliciosa capita que nadaba sobre él. Esa fue una idea genial para engordarme lo más pronto posible.

Pero, qué raro: Ella era toda preocupada porque se estaba engordando mucho; en cambio sí se mostraba toda orgullosa que porque yo engordaba día a día. ¡Cosas de la vida!

Y un día le dio por darme un polvo color amarillo pollito llamado Azufre, que para que no me diera indigestión.: me lo tomé y al ratico estaba todo purgado y churretiado. Debo contar que, como por maldad, cada que la dueña lavaba la cochera, apenas había volteado, yo ya había hecho otra olorosa y pegajosa gracia. De manera que era de nunca acabar la lavadera de corral.

Entre cada sueñito que me echaba, comenzaba a recordar y a oír cosas referentes a mi raza. Por ejemplo escuché una vez a José Carlos, decir que nosotros teníamos la fabriquita con esas dos cositas atrás, que porque a nuestro primer padre cuando le iban a definir el sexo en nuestro  paraíso, le dio por salir corriendo y entonces el encargado, se los tuvo que tirar y por eso quedaron ahí como huevos estrellados contra un barranco.

Escuchaba exageraciones, tales como: que es “más fácil matar un marrano a las palmadas” que llegar la tan soñada paz a Colombia. Cuando se referían a alguien que estorbaba mucho, como que decían que “estorbaba más que un marrano en la cocina”. Y, si el niño había amanecido atollado, comentaban, que estaba más poposiado que un lazo de marrano.

Hace días que están comentando mucho sobre una tal fiesta. A propósito de fiestas, un cerdo primo mío pasó una vez por un restaurante y vio por allá una Lechona Tolimense con una manzana en la boca y toda doradita. Mi primo se le arrimó lo más de cariñoso y le dijo al oído: “así es que me gusta mijita… que se ponga bien arrozuda”. Y harto arroz que le echan a una lechona.

Ayer, llegó un señor lo más de raro y comenzó ese degenerado a tocarme por todas partes y a medirme por cuartas desde la nuca hasta el principio de mi cola.

Después, el muy depravado me metió una piedra grande entre los dientes, que para que no cerrara la boca, sacó la lengua (¡la mía!), la revisó por todos los lados, que para ver si tenía “granizo” (y yo sin poderle decir nada); pero pensaba que ¡qué granizo iba a tener, si hacía mucho tiempo no había tormentas por estos lados!”. ¡Estos seres humanos sí hacen muchas “marranadas”! (perdón).

Hoy, un día después de la visita del señor, recibí una gran noticia: No tengo Granizo. Y para celebrarlo, me llevan con un lazo, con papel globo de colores, puestos como una ruanita, rumbo a una tal fiesta del niño, donde creo que voy a disfrutar mucho, porque parece que la celebración es para mí, ya que escucho claramente al maestro  don José Claudio Herrera, gritando dizque:  Que Viva la fiesta del Marrano. Así pues, que, Chao. ¡Ya vuelvo!

Glosario:

-Marranadas: Bobadas. En otro escenario es una fiesta en la cual se come mucha carne de cerdo.

-Marrano: En el juego se le dice a quien no sabe jugar y por ello, se aprovechan de él. Caso contrario, el perro es un jugador muy hábil. 

-Volqueta: Vehículo con volco atrás para carga, especialmente arena, piedras, etc.

-Volco: Parte trasera de una camioneta o volqueta, que va destapada, en donde se lleva la carga.

-Almadanas: Mazo de hierro con mango largo, para romper piedras.

-Puerca: Cerdo hembra. También se refiere a persona desaseada.

-Cochino: Cerdo macho. También persona desaseada.

-Tapia: Pared gruesa de tierra apisonada.

-Achantado: Apenado, ruborizado

-Chiquero, cochera: Corral para cerdos

-Veterina: Antiséptico en cirugías menores y heridas. Como desinfectante, muy oloroso  para uso en instalaciones pecuarias.

-Prendido: medio ebrio.  

-Chicha: Bebida fermentada que produce embriaguez.

-Aguamasa: Residuos alimenticios líquidos.

-Salvao: Es la capa exterior dura de los cereales que se muele para dar a los animales de corral. Hoy es muy popular en la dieta de los humanos.

-Lechona: Plato tradicional del Tolima que consiste en un cerdo entero asado relleno de arroz, cebolla, guisantes, patatas, hierbas frescas

-Granizo: La cisticercosis es una infección parasitaria de los tejidos causada por los quistes larvarios de la tenia porcina. Estos quistes infectan el cerebro.



José Carlos

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Acumular durante años en su memoria historias, consejas, anécdotas, dichos y apodos para luego contarlas en un lenguaje sencillo, amable y humorístico fue una tarea que se impuso José Carlos Tamayo Giraldo hace más de 25 años para acrecentar el amor de sus paisanos hacia su pueblo, Granada.